domingo, 17 de julio de 2016

Feria de Editores: una apuesta a los que leen por pasión


Ilustración: Alejandro Agdamus
En su quinta edición, que se realizará en agosto, 85 editoriales independientes harán visible el trabajo de los que se arriesgan a buscar nuevas voces
Por Martin Lojo
Ulustración: Alejandro Agdamus
Con más de 27.000 títulos publicados en un año, la industria local del libro no deja de crecer. Pero quizá el dato más interesante que se desprende del Libro Blanco de la Cámara Argentina de Publicaciones es que el 46% de las editoriales del país nacieron en los últimos diez años. Con grandes costos de producción y ventas moderadas, las editoriales independientes luchan por sostener su apuesta de dar lugar a nuevas voces y traer al país y traducir títulos poco frecuentes en los catálogos de los grandes sellos. Una buena oportunidad para conocer la riqueza de ese trabajo será recorrer la V Feria de Editores, suerte de feria alternativa del libro que se realizará el 6 y el 7 de agosto próximos.
La Feria nació en 2013, con un pequeño grupo de veinte sellos en el bar de la radio FM La Tribu. "Si no venía nadie cenábamos juntos y les pedíamos disculpas a los invitados", comenta Victor Malumián, organizador del encuentro junto con Hernán López Winne, su compañero en la editorial Godot. Pero el proyecto no se quedó en un encuentro entre pares, creció año a año, e incluso se realizó más de una edición anual. La de 2015 sumó 35 editoriales y más de medio millar de visitantes. Entre ellos, los editores reconocieron a autores como Martín Kohan, Sergio Bizzio o César Aira comprando libros. "Cuando vimos en las fotos que se tomaron que había editores históricos con dos o tres de los más interesantes narradores actuales, pensamos que la Feria podía transformarse en un acontecimiento cultural."
Este año la propuesta se amplía, el encuentro se realizará en Central Newbery (Newbery 3599), un espacio de 400 metros cuadrados. Con la financiación cooperativa de los participantes, la Feria contará con 85 editoriales, entre las que se suman extranjeras, como Sexto Piso, de México, Alquima, La Pollera, Nadar y Cuneta, de Chile, y la uruguaya Criatura. "Todavía le queda grande decir que es una feria latinoamericana, pero empieza a tener ese sabor", afirma Malumián.
En un mercado mediano como el local, las dificultades de las editoriales independientes son grandes al carecer de fondos para publicidad y de medios de distribución acordes con su producción. "Los tiempos de logística y cobranzas son difíciles. El distribuidor solo afronta el trabajo si el volumen es enorme y trata de manera uniforme a todas las librerías. A una librería de barrio que vende ficción, el editor independiente le va a avisar del libro que sabe que tiene un público acorde. La distribuidora no puede trabajar con ese detalle porque no es negocio. Arma un paquete de novedades y lo manda a todos lados. Para una editorial chica hacer llegar dos o tres libros más a un nuevo lector puede ser muy significativo. Estos problemas desmienten un poco la idea de que la editorial independiente es una empresa heroica que lucha con el mal de los grupos editoriales, son lógicas de negocio y de mercado distintas", dice Malumian. Una de las soluciones que encontraron los editores es asociarse para la distribución. En materia de difusión, en cambio, la Feria puede ser un espacio ideal para acceder a nuevos lectores.
Uno de los objetivos es ampliar el público fiel que suele recurrir a estas editoriales en busca de nuevos autores. "Ese es un lector que tenemos ganado. Yo quiero el lector que por lo general compra a las multinacionales, pero que podría leer una novela de Eterna Cadencia o Mardulce, no le interesa la diferencia entre una editorial u otra, pero se puede llevar un libro recomendado por el editor. Es central para nosotros salir del ostracismo; tu rol es difundir los libros e intentar ganar ese público, abrir el juego en la batalla cultural. Me interesa un lector ávido de libros, que no va a ir a una plazoleta perdida un día de lluvia a revolver entre pilas de autores poco conocidos pero si le recomendás directamente un libro puede atraerlo. La calidad de editoriales independientes, las traducciones que se están haciendo, se reconocen internacionalmente, se las comenta en la prensa. No puede ser que tengamos en el mercado local un techo de cristal que no se puede romper con las ventas. Como editores tenemos que ampliar nuestra estrategia para llegar a ese público, tenemos todo para ganarlo".

Criterio curatorial

Con ese objetivo, los organizadores de la Feria se impusieron un criterio "curatorial" que busca establecer pautas de calidad sin caer en una definición rígida de "editorial independiente" que deje afuera proyectos interesantes. Malumián explica las características que buscan: "Partimos de una idea de calidad y de pasión por la edición. Buscamos editores que le ponen cuidado a la traducción, a la corrección, al diseño integral del libro, que no sean mezquinos con el tamaño y el papel, y que lo que hagan aporte a la bibliodiversidad. Elegimos proyectos que no editan para repetir lo que hace otro y meterse en un mercado de mayor presencia, o más barato, sino que piensan en cubrir un nicho que les interesa personalmente y que aporta algo distinto." La Feria cubre así un amplio espectro de temáticas que incluyen la narrativa y la poesía contemporánea, argentinas y extranjeras, la cocina, el cine, la música, el diseño, los ensayos y los libros infantiles.
Aunque no soslayan la importancia de la distribución en librerías, los editores de estos proyectos buscan entablar una relación directa con el lector, por lo que serán ellos mismos los que reciban a los visitantes de la Feria en cada stand. De ese modo se busca entablar un diálogo para que el lector pueda conocer los criterios de selección, edición o traducción de los libros de manos de quienes los produjeron. También que sea el mismo editor el que recomiende la lectura adecuada de su catálogo en forma personalizada a quién consulte. Otro guiño a los potenciales compradores, atendiendo a los tiempos de crisis, será la oferta de descuentos, sin romper con la ley del precio único que rige el rubro.
Para los editores contar con una feria propia de este tipo es un modo de ampliar su visibilidad. Así lo explica Damián Ríos, de la editorial de poesía y narrativa Blatt & Rios: "Siempre el foco de los lectores se concentra en dos momentos: para la Feria del libro, hacia el mes de abril, y para las fiestas, a fin de año. En este caso nos sirve para mostrar algo de lo que hacemos en el curso del año, entre esos dos puntos. Vamos a llevar, por ejemplo, Tres novelas breves, de Adolfo Couve, un escritor que ha pasado desapercibido en nuestro país y que sin embargo es uno de los mejores narradores chilenos del siglo XX. Un neoclásico excéntrico, maestro de la descripción y de las estructuras narrativas. También una novela policial, Arena movediza, de Robert Ashley, la única del prestigioso compositor norteamericano. Este libro es el tercero de la colección La nariz que dirige Pablo Katchadjian y que viene con muy buenos prólogos suyos."
Con su modo específico de organización y sus dimensiones acotadas, la Feria tiene un funcionamiento que los editores pueden aprovechar. Según Julia Ariza de editorial Fiordo: "La Feria de Editores no se parece exactamente a ninguna otra. El hecho de que esté organizada en un lugar cómodo, que haya muy buenos descuentos, que la selección de editoriales sea muy rica y que al mismo tiempo tenga un tamaño manejable la convierte en un programa diferente para quienes realmente quieren leer buenas novedades y descubrir catálogos interesantes. Participar en esta feria para nosotros no solo significa vender más libros sino, sobre todo, que lleguen a un público que tal vez todavía no nos conoce pero que lee en serio y puede convertirse en un seguidor de la propuesta." Este año, entre otras novedades, Fiordo presentará Stoner, la novela de John Williams, que recibió excelentes críticas; también "Leñador, una novela del chileno Mike Wilson que es una suerte de diario de un veterano de guerra que se interna en el Yukón, y Pantalones azules, la segunda novela Sara Gallardo, que no se reedita hace mucho y es una de sus obras menos conocidas, breve, certera y triste, realmente preciosa."
Eduardo Rabasa, de la editorial mexicana Sexto Piso, también señala las expectativas que les genera el encuentro: "Es la primera vez que participaremos, y la verdad estamos muy animados, porque todo lo que hemos escuchado es positivo: que la oferta de las editoriales independientes es bastante sólida y el público responde de maravilla. Nos encanta que una de las ideas principales de la Feria sea la cooperación y la solidaridad entre colegas editores, pues en estos tiempos en los que se ensalza la competencia feroz por parte de los grandes grupos, es absolutamente refrescante participar de una iniciativa fundada sobre los principios contrarios." Entre los libros que expondrá la editorial mexicana, se cuenta Che. Una vida revolucionaria, una novela gráfica del artista mexicano José Hernández, basada en la biografía de Guevara de Jon Lee Anderson. También la novela Oscuridad total de la narradora estadounidense Renata Adler.
Además del notable crecimiento de la Feria, la novedad de este año será laprogramación cultural. Habrá charlas sobre lectura y sobre traducción, un diálogo entre Luis Gusmán y Martín Kohan, una entrevista abierta a Marcelo Cohen, y Miguel Grinberg, Pipo Lernoud y Sergio Pujol dialogarán sobre música y libros. También habrá muestras de fotografía: retratos de escritores de Alejandra López, escenas de rock por Matías Moyano e imágenes de periodismo político del grupo MAFIA.
En tiempos de crisis económica, la Feria de Editores es una apuesta por el crecimiento de la diversidad cultural y las prácticas cooperativas en la producción. Una buena oportunidad para estimular la curiosidad por la lectura y conocer nuevos autores, recomendados por quienes llevan a adelante una industria modesta pero alimentada con el más profundo compromiso y amor por los libros.

Datos para agendar

-Dónde: en Central Newbery (Jorge Newbery 3599), con entrada libre y gratuita
-Cuándo: 6 y 7 de agosto, de 15 a 20
-Programa cultural
Sábado 6
15.30 hs. ¿Qué leen los que escriben? Invitados: Macarena Moraña, Marco Zanguer, Paula Brecciaroli y Nicolàs Correa. Modera: Marcos Almada
17:00 hs. La traducción: ¿interpretación o fidelidad? Invitados: Matías Battiston (Traductor), Salvador Cristófaro (Editor Fiordo), Ariana Harwicz (escritora) Modera: Edgardo Scott (escritor)
19:00 hs. Una visión personal sobre el fútbol. Invitados: Luis Gusmán y Martín Kohan. Modera: José Garriga Zucal
Domingo 7
15:30 hs. Música y libros. Invitados: Miguel Grinberg, Pipo Lernoud y Sergio Pujol. Modera: Leandro Donozo
17:00 hs. Derechos de autor. Invitados: Enrique Chaparro. Modera: Colectivo La Tribu
19:00 hs. Entrevista abierta a Marcelo Cohen por Maximiliano Papandrea (Editorial Sigilo)

LA LOCURA DEL SOLUCIONISMO TECNOLÓGICO




por Nicolas Mavrakis

Hubo un tiempo en que internet -resistente a despojarse de su "I" mayúscula divinizadora- experimentó una etapa dorada, un momento pastoril. Una era inocente que, a poco de iniciada la última década del siglo XX, definía en retrospectiva el tipo de gestión que, en las manos privilegiadas de gobiernos y universidades, mantenía una relativa distancia de los deseos del capital privado.
En cierta forma, para Evgeny Morozov (Bielorrusia, 1984), la caída empezó con la emergencia de corporaciones como Google y Amazon, que a comienzos del siglo XXI transformaron una prometedora era de la información en una prosaica era del control, y se consolidó con la llegada de redes sociales epidémicas como Facebook, después de la cual los usuarios fueron absorbidos por un omnipotente mercado de producción y distribución de contenidos digitales. Aun así, lo que Morozov propone con su largo análisis de la web, tal como funciona hoy entre 3400 millones de personas conectadas en el mundo, es la posibilidad de un retorno. No a la etapa pastoril de internet ni a la idealización de sus medios y sus fines, sino a un instante de lucidez capaz de resolver lo que otro crítico cultural, el británico Mark Fisher, llama "impotencia reflexiva", y que la filosofía tradicional de izquierda llama "falsa conciencia". La pregunta clave es: ¿y si internet no fuera únicamente lo que sus propietarios y promotores dicen que es?


En tal caso, la ilusión de que internet sólo es (o puede ser) lo que sus dueños afirman que es se sostiene sobre una arquitectura ideológica que Morozov describe con términos como "solucionismo" -la aspiración a resolver conflictos de cualquier naturaleza a través de la tecnología- y "epocalismo" -la falacia de creer que vivimos una era histórica excepcional-, columnas del falso universalismo y el poderoso reduccionismo del "internet-centrismo".


Con cautela, por momentos con pudor, Morozov señala cómo esa, en sus palabras, "superideología de nuestros días" es la esencia de problemas (y falsas soluciones) relacionados con la experiencia cultural, económica y, sobre todo, política del presente. En especial cuando se acepta, en una escala cada vez más amplia, que la gestión de lo público debe dejarse a especialistas formateados sólo por la lógica privada de la "eficacia" y la "transparencia". Sin embargo, convencido de que internet ha "secuestrado nuestra imaginación" y que "no existe ninguna razón contundente para aceptar su filosofía totalizadora", Morozov evita mencionar -y uno lo esperaría de alguien educado en Europa del Este y Alemania antes de llegar a los Estados Unidos- el nudo más conciso e histórico alrededor de su crítica a las contradicciones de la tecnología digital: el capitalismo. Es hacia ahí donde otros, como el coreano-alemán Byung-Chul Han desde la filosofía, o el inglés David Runciman desde la teoría política, por mencionar nombres en sintonía similar, terminan por dirigir una mirada que Morozov, limitado por una voz más periodística que ensayística, agota en "la miopía de los geeks respecto al poder".


Demasiado ubicuo a la hora de dar un peso específico a la fuerza de su escepticismo, y más pendiente de afianzar sus opiniones sobre una enorme lista bibliográfica antes que sobre su propio juicio (de ahí el incesante name-dropping que mezcla a Nietzsche y Heidegger con "estudios", "informes" y "artículos" escritos por Jennifer Lerner o Philip Tetlockl, entre más de medio centenar de otros nombres irrelevantes), La locura del solucionismo tecnológico cumple su misión como diagnóstico. Y es ahí donde, a diferencia de un típico autor estadounidense, Morozov, que demuestra conocer las fibras sensibles de Silicon Valley, exonera con astucia a su libro de la necesidad de aportar una solución y lo consagra a la fuerza casi extinguida pero necesaria de la negatividad.ß
LA LOCURA DEL SOLUCIONISMO TECNOLÓGICO


Evgeny Morozov. Capital Intelectual/Katz. Trad.: Nancy V. Piñeiro

viernes, 8 de julio de 2016

El PROYECTO de los CUADERNOS

Los 'Cuadernos' representan un material de investigación sobre los autores que le dan origen al nombre. Estos son del campo de la Filosofía, la Literatura, la Psicología y la Linguística. Muchos de esos autores han incursionado en diferentes disciplinas e interdisciplinas. Aparte se editará uno dedicado al Cine con todas sus escuelas, directores y films. El primero estará dedicado a Fellini

Es interesante saber como vuelven a ser estudiados, como se los ve desde el presente, y hasta entender como se los busca tapar y olvidar.

El Proyecto incluye hasta ahora cinco 'Cuadernos'
Cuadernos Reichianos
Cuadernos Sartrianos
Caudernos Chomsky
Caudernos Camus
Cuadernos de Cine



martes, 31 de mayo de 2016

Las voces del libro. Editoriales

Barcelona 
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La puerta se abre y un retrato de Carmen Balcells recibe al visitante. Al fondo, el despacho de Palomares Balcells inmerso en la luz matutina resaltada por las paredes y puertas blancas, al igual que toda la planta. El agente cuenta que el día anterior empezaron allí el rodaje de un documental sobre su madre. Amable, tranquilo y de voz pausada, Palomares Balcells reconoce que apoya su trabajo en históricos de la agencia como Gloria Gutiérrez. En una hora larga, el hijo de la Mamá Grande, aclarará las funciones de una agencia como la suya y desvelará algunos detalles:En la esquina de uno de esos edificios tan característicos de Barcelona está la Agencia Literaria Carmen Balcells, la más importante del español y una de las más destacadas del mundo. Creada en los años sesenta, esta agencia fue una de las pioneras en esta nueva parte de la cadena de creación del libro, y no solo en nuestro idioma. 
La legendaria Carmen Balcells falleció el pasado noviembre y hoy la agencia la lleva su hijo, Luis Miguel Palomares (Barcelona, 1964). El agente literario relata para Las voces del libro lo que hace una empresa como la suya y desvela detalles del funcionamiento interno, a la vez que reflexiona sobre por qué considera que las agencias son cada vez más importantes.
“Una agencia defiende los intereses de los autores por encima de cualquier otra cosa”.
“La agencia permite a los autores sentirse acompañados en todo el proceso creativo. Sus manuscritos los ven varias personas antes de buscar la editorial indicada para cada libro y trata de hacer la mejor negociación para ellos”.
“Nuestro catálogo está formado mayoritariamente ya de autores de la casa, aunque cada año recibimos unos 2.000 manuscritos nuevos. Lamentablemente, solo una mínima parte supera los filtros y llegan a publicarse”.
"Las agencias son hoy más importantes que en el pasado, pues ha aumentado el número de partes interesadas en la obra, como el editor digital, o el director del audiolibro, o el director que pide los derechos cinematográficos…”.
"Las principales características de un buen agente literario son el acompañamiento en el proceso creativo al autor, una buena asesoría financiera y conseguir los mejores contratos”.
Son los nuevos derroteros que asume la agencia en un momento clave para el mundo editorial. Diversificarse y ampliar el campo de acción.
fuente: diario El Pais de España

miércoles, 9 de marzo de 2016

Editoras de libros

 por Daniel Gigena
En la industria editorial local, hoy un dato llama la atención: hay más mujeres que hombres que desempeñan el rol de editor. La mayoría está al mando de secciones clave para el negocio, como las de literatura infantil y juvenil, y novelas para el público femenino, que suelen encabezar las listas de best sellers.
Cualquier enumeración es incompleta: Julieta Obedman, Mercedes Guiraldes, Gabriela Comte, Paula Pérez Alonso, Florencia Cambariere, Glenda Vieites, Leonora Djament, Natalia Méndez, Laura Leibiker, Liliana Ruiz, Natalia Ginzburg, Constanza Brunet, Paola Lucantis, Silvia Itkin... Si bien la mayoría diseña catálogos y contrata a autores -además de escribir contratapas, calcular costos y corregir textos-, muy pocas ocupan puestos jerárquicos. La excepción la representan Luz Henriquez, Natalia Meta y Adriana Hidalgo, gerentes o lisa y llanamente dueñas de editoriales.
"A lo largo de la historia las mujeres tuvieron un papel menos jerarquizado -dice Leandro de Sagastizábal, maestro de editores y flamante presidente de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, Conabip-. Siempre me sorprendió lo masculinizadas que eran las direcciones editoriales. En los últimos años hay muchas mujeres que ocupan un rol protagónico y no diría con total contundencia que tienen un lugar menos visible. Gloria Rodrigué es un referente internacional, Ana Cabanellas fue presidenta de la Cámara Argentina del Libro y única argentina presidenta de la Unión Internacional de Editores; Trinidad Vergara es la presidenta de la Cámara Argentina de Publicaciones; LeonoraDjament ganó el año pasado el premio al mejor editor; Patricia Piccolini es la directora de la carrera de Edición en la Universidad de Buenos Aires." De Sagastizábal menciona a otras editoras relevantes, como Diana Paris, Lola Rubio o Flavia Costa, que trabajan en áreas de libros infantiles, ensayos o traducciones. 
"Habría que volver a pensar el tema de la edición a partir del aporte de las mujeres. Creo que ha sido un rasgo importante de los últimos 20 años y que a partir de ahora los hombres tenemos bastante que aprender", concluye el autor de El mundo de la edición de libros.
Para Paula Pérez Alonso, que en Planeta trabaja con autores como Tununa Mercado y Guillermo Saccomanno, esta labor es "andrógina". "La condición esencial de un editor o editora es que no tenga afán de protagonismo, que esté dispuesto/a a ser invisible; el buen editor es quien puede escindirse y olvidarse de sí mismo o de sí misma para poder camaleonizarse con el autor al que va a editar. Vivir un rato siendo otro/otra", señala Pérez Alonso, que es también narradora.
"Me formé desde el oficio de manera paralela a mis estudios de Letras. Comencé como correctora y luego tuve la oportunidad de foguearme en diferentes sectores: prensa, producción industrial, redacción, edición, arte, web, infantiles... Esas experiencias, más los saberes teóricos que me iba aportando la carrera, me confirieron el perfil integrador que un editor generalista debe tener. Un poco de todo, dicho en buen criollo", cuenta Natalia Ginzburg, directora editorial de Atlántida. Se suele asociar el trabajo de las editoras con la literatura infantil y juvenil (LIJ), como si ellas fueran madres y los libros, niños de papel. "Si nos atenemos a las estadísticas, la LIJ suele ser terreno fértil para las mujeres. Sin embargo, no encuentro motivos reales para justificar tal tendencia", observa Ginzburg.

La elegida del rubro

Leonora Djament, directora de Eterna Cadencia, fue elegida editora del año en 2015 por la Fundación El Libro. Empezó a trabajar hace 20 años en Alfaguara, hizo carrera en Norma, donde alcanzó la dirección que desempeñó por nueve años, y se sumó de cero al proyecto editorial de Eterna Cadencia, junto con Pablo Braun, que está cumpliendo diez años. Sobre el lugar de las mujeres en esta industria, comenta: "No creo que tengamos menor reconocimiento, pero sí diría que en las grandes corporaciones editoriales las mujeres tienen menos puestos ejecutivos". ¿Cuáles son los rasgos atribuidos a las mujeres que "rinden" en este trabajo? "Mayor eficacia para orquestar aspectos bien diversos de la larga cadena que implica la edición, producción, comunicación y venta de un libro, o mayor capacidad y paciencia para tratar con autores en un momento delicado como es la entrega de un original en el que un escritor trabajó muchísimo tiempo. En todo caso, son características que la sociedad ha ido dándole a la mujer y que están vinculadas con lo maternal."
En Penguin Random House hay muchas editoras mujeres. "Hace tres años que entré como editora at large, una especie todoterreno que puede publicar en cualquiera de los sellos del grupo -cuenta Ana Laura Pérez-. Por eso publico literatura, biografías y testimonios, investigaciones periodísticas, deportes y cocina en Aguilar, Sudamericana, Grijalbo o Debate." Pérez trabajó muchos años en periodismo. "La mayor parte de mi experiencia viene de allí: cierta gimnasia para detección de temas que pueden convertirse en libros, los contactos y, sobre todo, una elasticidad y un arco muy amplio de intereses que van del ensayo a la historia, la filosofía, la política, la crónica, el cómic, la literatura y la investigación más clásica." Señala, además, dos datos interesantes: los autores varones piden editores varones y la mayoría de los lectores en el país son mujeres. "Las editoras conocemos mejor, no sólo a las que más leen, sino también a quienes compran más libros, porque ellas son las encargadas de comprarlos de regalo para hijos, parejas y amistades."
Caty Gadeano, editora de contenidos en Siglo XXI, evalúa el grado de profesionalización de las mujeres que editan: "Es muy alto, tanto en los grandes grupos como en proyectos independientes". Otra editora de ensayos, divulgación y materiales de ciencias sociales y humanidades, Vanesa Hernández, de Paidós, señala que las mujeres editoras se destacan en el trato con los autores. "Sostenemos y construimos mejor la relación autor-editor."
"Hay mujeres que escriben. Y hay otras que editan. A veces ambas vocaciones coinciden en la misma mujer, a veces no", dice Ana Ojeda, del sello independiente El 8vo Loco y narradora, que "se obsesiona" con la reedición de literatura rioplatense. "Admiro a mis colegas. Valeria Castro dirige con capacidad encomiable Entropía, Nuria Kasztelan y Sol Echevarría mantienen viva la llama de Editorial Excursiones, Amalia Sato coordina la mítica editorial Tokonoma, con temas referidos al Japón,..". Tantas, tantas más que -dijimos- la lista es incompleta.

¿Qué tienen ellas de especial?

Posibles respuestas al fenómeno de las mujeres editoras
Mayor eficacia
Manejan y administran los aspectos diversos que integran la larga cadena de la edición, producción, comunicación y venta de un libro. Tienen más paciencia, disponibilidad y mejor trato con el autor
Manejan temas best seller
Son más cercanas a los temas de la infancia y la literatura infantil y juvenil, además de las novelas románticas, que suelen picar en punta en los rankings de los más vendidos
Conocen más al lector
En el mercado local son las mujeres quienes compran más libros, para su propio consumo y para el ajeno, porque se encargan de comprarlos de regalo para hijos, parejas y amigas
 la industria editorial local, hoy un dato llama la atención: hay más mujeres que hombres que desempeñan el rol de editor. La mayoría está al mando de secciones clave para el negocio, como las de literatura infantil y juvenil, y novelas para el público femenino, que suelen encabezar las listas de best sellers.
Cualquier enumeración es incompleta: Julieta Obedman, Mercedes Guiraldes, Gabriela Comte, Paula Pérez Alonso, Florencia Cambariere, Glenda Vieites, Leonora Djament, Natalia Méndez, Laura Leibiker, Liliana Ruiz, Natalia Ginzburg, Constanza Brunet, Paola Lucantis, Silvia Itkin... Si bien la mayoría diseña catálogos y contrata a autores -además de escribir contratapas, calcular costos y corregir textos-, muy pocas ocupan puestos jerárquicos. La excepción la representan Luz Henriquez, Natalia Meta y Adriana Hidalgo, gerentes o lisa y llanamente dueñas de editoriales.
"A lo largo de la historia las mujeres tuvieron un papel menos jerarquizado -dice Leandro de Sagastizábal, maestro de editores y flamante presidente de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, Conabip-. Siempre me sorprendió lo masculinizadas que eran las direcciones editoriales. En los últimos años hay muchas mujeres que ocupan un rol protagónico y no diría con total contundencia que tienen un lugar menos visible. Gloria Rodrigué es un referente internacional, Ana Cabanellas fue presidenta de la Cámara Argentina del Libro y única argentina presidenta de la Unión Internacional de Editores; Trinidad Vergara es la presidenta de la Cámara Argentina de Publicaciones; LeonoraDjament ganó el año pasado el premio al mejor editor; Patricia Piccolini es la directora de la carrera de Edición en la Universidad de Buenos Aires." De Sagastizábal menciona a otras editoras relevantes, como Diana Paris, Lola Rubio o Flavia Costa, que trabajan en áreas de libros infantiles, ensayos o traducciones. "Habría que volver a pensar el tema de la edición a partir del aporte de las mujeres. Creo que ha sido un rasgo importante de los últimos 20 años y que a partir de ahora los hombres tenemos bastante que aprender", concluye el autor de El mundo de la edición de libros.
Para Paula Pérez Alonso, que en Planeta trabaja con autores como Tununa Mercado y Guillermo Saccomanno, esta labor es "andrógina". "La condición esencial de un editor o editora es que no tenga afán de protagonismo, que esté dispuesto/a a ser invisible; el buen editor es quien puede escindirse y olvidarse de sí mismo o de sí misma para poder camaleonizarse con el autor al que va a editar. Vivir un rato siendo otro/otra", señala Pérez Alonso, que es también narradora.
"Me formé desde el oficio de manera paralela a mis estudios de Letras. Comencé como correctora y luego tuve la oportunidad de foguearme en diferentes sectores: prensa, producción industrial, redacción, edición, arte, web, infantiles... Esas experiencias, más los saberes teóricos que me iba aportando la carrera, me confirieron el perfil integrador que un editor generalista debe tener. Un poco de todo, dicho en buen criollo", cuenta Natalia Ginzburg, directora editorial de Atlántida. Se suele asociar el trabajo de las editoras con la literatura infantil y juvenil (LIJ), como si ellas fueran madres y los libros, niños de papel. "Si nos atenemos a las estadísticas, la LIJ suele ser terreno fértil para las mujeres. Sin embargo, no encuentro motivos reales para justificar tal tendencia", observa Ginzburg.

La elegida del rubro

Leonora Djament, directora de Eterna Cadencia, fue elegida editora del año en 2015 por la Fundación El Libro. Empezó a trabajar hace 20 años en Alfaguara, hizo carrera en Norma, donde alcanzó la dirección que desempeñó por nueve años, y se sumó de cero al proyecto editorial de Eterna Cadencia, junto con Pablo Braun, que está cumpliendo diez años. Sobre el lugar de las mujeres en esta industria, comenta: "No creo que tengamos menor reconocimiento, pero sí diría que en las grandes corporaciones editoriales las mujeres tienen menos puestos ejecutivos". ¿Cuáles son los rasgos atribuidos a las mujeres que "rinden" en este trabajo? "Mayor eficacia para orquestar aspectos bien diversos de la larga cadena que implica la edición, producción, comunicación y venta de un libro, o mayor capacidad y paciencia para tratar con autores en un momento delicado como es la entrega de un original en el que un escritor trabajó muchísimo tiempo. En todo caso, son características que la sociedad ha ido dándole a la mujer y que están vinculadas con lo maternal."
En Penguin Random House hay muchas editoras mujeres. "Hace tres años que entré como editora at large, una especie todoterreno que puede publicar en cualquiera de los sellos del grupo -cuenta Ana Laura Pérez-. Por eso publico literatura, biografías y testimonios, investigaciones periodísticas, deportes y cocina en Aguilar, Sudamericana, Grijalbo o Debate." Pérez trabajó muchos años en periodismo. "La mayor parte de mi experiencia viene de allí: cierta gimnasia para detección de temas que pueden convertirse en libros, los contactos y, sobre todo, una elasticidad y un arco muy amplio de intereses que van del ensayo a la historia, la filosofía, la política, la crónica, el cómic, la literatura y la investigación más clásica." Señala, además, dos datos interesantes: los autores varones piden editores varones y la mayoría de los lectores en el país son mujeres. "Las editoras conocemos mejor, no sólo a las que más leen, sino también a quienes compran más libros, porque ellas son las encargadas de comprarlos de regalo para hijos, parejas y amistades."
Caty Gadeano, editora de contenidos en Siglo XXI, evalúa el grado de profesionalización de las mujeres que editan: "Es muy alto, tanto en los grandes grupos como en proyectos independientes". Otra editora de ensayos, divulgación y materiales de ciencias sociales y humanidades, Vanesa Hernández, de Paidós, señala que las mujeres editoras se destacan en el trato con los autores. "Sostenemos y construimos mejor la relación autor-editor."
"Hay mujeres que escriben. Y hay otras que editan. A veces ambas vocaciones coinciden en la misma mujer, a veces no", dice Ana Ojeda, del sello independiente El 8vo Loco y narradora, que "se obsesiona" con la reedición de literatura rioplatense. "Admiro a mis colegas. Valeria Castro dirige con capacidad encomiable Entropía, Nuria Kasztelan y Sol Echevarría mantienen viva la llama de Editorial Excursiones, Amalia Sato coordina la mítica editorial Tokonoma, con temas referidos al Japón,..". Tantas, tantas más que -dijimos- la lista es incompleta.

¿Qué tienen ellas de especial?

Posibles respuestas al fenómeno de las mujeres editoras
Mayor eficacia
Manejan y administran los aspectos diversos que integran la larga cadena de la edición, producción, comunicación y venta de un libro. Tienen más paciencia, disponibilidad y mejor trato con el autor
Manejan temas best seller
Son más cercanas a los temas de la infancia y la literatura infantil y juvenil, además de las novelas románticas, que suelen picar en punta en los rankings de los más vendidos
Conocen más al lector
En el mercado local son las mujeres quienes compran más libros, para su propio consumo y para el ajeno, porque se encargan de comprarlos de regalo para hijos, parejas y amigas