domingo, 2 de diciembre de 2012

Editora de Libros

Adriana Hidalgo: “Editar libros es un modo de expresión, es transmitir algo que nos haga mejores”

La editora cuenta con un catálogo exquisito que hoy tiene más de 300 títulos de autores que van desde el filósofo italiano Giorgio Agamben a la novelista argentina Flavia Costa, -pasando por una colección de infantiles, libros sobre obras de artistas argentinos contemporáneos, poesía y primeras traducciones al español.

POR Gabriela Cabezon Camara

El editor no es lo primero que se ve: a apreciar su trabajo se aprende después, cuando uno ya se convirtió en un lector convencido y feliz. Ahí se empieza a valorar ese trabajo que, en los casos más destacados, consiste en la lenta elaboración de un catálogo, porque esa es la obra del editor. En este caso, antes de saber que era una persona y no una marca y un poco antes de prestarles una atención especial a los sellos, a Adriana Hidalgo esta cronista la apreció por libros como El árbol de Saussure (2000), de Héctor Libertella, o El libro de la almohada (2001), de Sei Shônagon, entre muchos otros. Fueron dos de las primeras piezas de un catálogo exquisito que hoy tiene más de 300 títulos de autores que van desde el filósofo italiano Giorgio Agamben a la novelista argentina Flavia Costa, —pasando por una colección de infantiles, libros sobre obras de artistas argentinos contemporáneos, poesía, primeras traducciones al español de autores tan importantes como la japonesa Minae Mizumura—, y que Adriana Hidalgo viene armando desde 1999 junto a su director editorial, Fabián Lebenglik, un editor de erudición tan diversa como inspirada. El día de la entrevista, esa especie de domingo relajado que, más allá de toda consideración política, fue para casi todos el 20N, están felices y preparando las valijas: Adriana Hidalgo y Fabián Lebenblik ganaron este año el premio al Mérito Editorial de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Es un premio importante, de una de esas importancias que se arman también por quiénes fueron elegidos hasta ahora: Roberto Calasso (Adelphi), Antoine Gallimard (Gallimard), Beatriz de Moura (Tusquets), Jorge Herralde (Anagrama), Manuel Borrás (Pre-textos) y los argentinos Daniel Divinsky y Kuki Miler (Ediciones de la Flor), entre otros. “El día que nos llamaron nos sentimos gratamente sorprendidos. Pero hemos trabajado desde el principio para ser una editorial internacional, para poder llevar nuestros libros a toda el área idiomática”, cuenta Hidalgo. Eso, trabajar para el mercado entero del español, es lo que hace a una editorial sustentable, explica la editora, cuya formación “es económica”, dice, y se nota: “Una editorial como esta, con la venta en Argentina no se sustenta. Tenemos montones de lectores y muy buenos, pero para hacer buenas producciones y buenos libros, necesitás vender una buena cantidad. Y para eso, tenemos la enorme ventaja de tener un área idiomática enorme, toda América Latina y España. Hay que trabajar para vender en todos lados.”
-¿Y está difícil el comercio internacional para el sector editorial?
-Exportar es difícil porque tenés que vender en firme para poder ingresar las divisas que exige el Banco Central. La burocracia es mucha y compleja, pero vale la pena; de nuestras ventas, el 45 o 50% deben provenir de la exportación. Respecto de las restricciones para imprimir fuera del país, nosotros imprimimos casi todo acá, salvo los libros infantiles, que los hacemos en China; los hacen muy bien, cuestan un cuarto que en cualquier otro lado y podés ponerles un precio razonable. Para esos libros se complicó un poco, pero como tenemos crédito porque exportamos mucho, no tenemos problema. De todos modos, en un tema tan sensible como los libros no debería haber ningún tipo de traba.
-Definís a los libros como un “tema sensible”. Con un abuelo librero y editor (fundador de El Ateneo) son parte de tu vida desde antes de nacer.
-La librería y la editorial siempre fueron como una parte importantísima de la familia, algo absolutamente placentero. Yo crecí en un universo de libros, eran tan necesarios e imprescindibles, aprendí a convivir con ellos. Y a disfrutarlos. Me encantaba ir a la librería, entrar ahí a ese edificio gigantesco de la calle Florida. Una vez fui con una amiguita; en esa época había un busto de mi abuelo, que murió antes de que yo naciera. Le dije a mi amiga: ese es mi abuelo. Y todavía me acuerdo de su cara de sorpresa.
Claro: un señor con busto propio es un señor importante. Y esa importancia venía de los libros, que “están llenos de historias, de olores; son un mundo fantástico al que quise seguir perteneciendo.”
-Entonces decidiste ser editora.
-Empecé con este proyecto ya grande, tenía 48 años, después de vender El Ateneo. Creo que se fue dando naturalmente y tiene que ver con una necesidad de expresar algo; mi padre es un desaparecido –Héctor Hidalgo Solá, diplomático secuestrado en 1977–, entonces fue una forma de conjugar mis conocimientos, darle difusión a la literatura y al pensamiento, que es lo que te hace libre en última instancia. Y es un homenaje. Una forma decir algo, de transmitir algo que pueda servir de algún modo, para que seamos, no sé, mejores. Una desaparición es absolutamente improcesable, todavía casi no pasa un día sin que piense en m
Una editorial es siempre una obra. En este caso, también un modo de expresión que trabaja con los libros, la expresión de muchos, y la expansión del pensamiento y la libertad de tantos. Un premio muy bien ganado.

viernes, 5 de octubre de 2012

Magritte como pintor surrealista


René Magritte




Problematiza Magritte poéticamente la percepción, con acciones conscientes contra lo real. Estructura pictóricamente una semántica reñida con la nominación y lo nominable para ofrecernos una obra interlocutora del inconsciente. En oposición a la armonía Magritte se las ingenia para exponer dilemas que se apoyan en un origen recurrentemente intelectual. Bélgica 1898. René Francois Ghislain Magritte , su madre se suicidó. Surrealismo L luz intensa producida por un rayo pertinaz y que rompe nuestros contactos con lo terreno.

Influenciado inicialmente por Giogio di Chirico, Magritte descubre poco a poco, la fuerza de un lenguaje que se articula con imágenes de profundidad indefinible. Es un proceso semiótico regido arbitrariamente en el concierto de las convulsiones históricas que se van redimensionando en los canales expresivos de una estética que como la de Magritte voló en mil pedazos con todo y sus premisas para multiplicar fantásticamente sus temáticas a lomos de una fantasía liberada pese a todo. Surrealismo: estremecimiento sutil y profundo que nos asalta cuando la realidad no puede ser nombrada.



Magritte, surrealista, pasa de largo la tentación de los sueños para pintar enigmas como quien posee la fuerza de un azar lúdico para enfrentar destinos, como quien sabe perfectamente adónde conducen pasillos de laberinto.



Magritte, vigente, tesis que camina obediente de la mano rasposa del tiempo acusando fantásticamente el truco de la historia bajo una realidad enmascarada.
"Pintar un cuadro como si fuera una trampa...y la trampa consiste en una inevitable interpretación en la que caerán los amantes de la simbología, y pensarán en cualquier cosa menos en la idea absoluta que este cuadro describe."

Magritte rompe en algún momento con una cierta coherencia perceptiva que es distinguible en parte de su obra. Surrealismo : Triángulo temido del cual se afirma nadie regresa. Es tiempo de todos los tiempos venideros. La mancha sanguinolenta se convirtió en paréntesis que ratifica lo mismo en muerte, destrucción, humillación, abandono y soledad entre tantas soledades. El tiempo es de todos los tiempos que hoy exudan aún las balas sangrantes del monstruo que aún muerto siguió matando energías, siguió sembrando depresiones, siguió enrareciendo la atmósfera con su aliento mortecino y putrefacto...y aún sigue.
Magritte vigente lo es en cuerpo y espíritu porque aún hoy nos rodean los mismos síntomas de destrucción sin pendejadas. Magritte en su conjunción de elementos opuestos y contradictorios encontró un proyecto expresivo capaz de conflictuar las relaciones entre el arte y la realidad y el problema de la no realidad en el arte.
Magritte conflictúa la denominación de los elementos presentes en cada cuadro alterando los esquemas occidentales que paralizan el pensamiento reduciendo el potencial cognoscitivo por la vía de una especie de objetualización de la experiencia en unidades sonoras, arbitrarias y codificadas.
Son "observatorios" para una exploración lúdica de ida y vuelta, son "cartografía" arbitraria de un universo sin puntos cardinales. Son naves seductoras que despegan y aterrizan pertinaces movidas por la propulsión fantástica de las emociones íntimas y, son también, "espejos" que reflejan, cómplices, el tinglado complejo de voluntades y deseos múltiples para cerrar la "pinza" de un juego interno nada nuevo.

Cada obra se mece colgada en el tendedero de las provocaciones múltiples, esperando y generando respuestas y discursos que ya no están en la palabra pero que están ahí oreándose bajo los rayos simbólicos de un sol cultural que las vitamina, fortaleciendo esa toma de placer estético que se excita "tan callando".
En la azotea de los resultados, la experiencia notifica los elementos, lo elemental, lo primitivo y lo primero. Queda claro de nuevo que están ahí prendidos con pinzas las prendas más íntimas de la vida sintetizando misterios y formas en cada forma sincerada consigo mismo al saberse prenda íntima también.
Malabareamos gustosos con símbolos de frescura incontable mientras nos dejamos sorprender por los lengüetazos intensos de la obra que se hace pertinente para atraparlos en el laberinto carruselesco de esas imágenes que nos arropan.
Es ése uno de los grandes chistes, de los grandes humores, que enseñan enseñando con sus paradojas, sus contradicciones y su necedad. Es como aplaudir a una manos que se quitan los guantes para aplaudir. Es como meter la cabeza a una caja de espejos y sorprendernos por el realismo de la imagen.




Si por algo entonces se mueven las palancas de un lenguaje trenzado siempre con la sorpresa, es porque se parece al amor curioso este de exponernos en la conjunción de verbos balbuceados siempre, capaces de poner en comunión ese conjunto de prendas íntimas, que tanto se parecen a nosotros.
La pintura le ofrece a Magritte un reducto que se subordina a las necesidades más íntimas de su fantasía transgresora, revolviéndose en la hierba fresca del paisaje más frondoso donde florecen las metamorfosis. 
 
 
 




miércoles, 19 de septiembre de 2012

Espectros de Artaud

Un fantasma recorre el museo

La muestra ‘Espectros de Artaud’ rastrea en el Reina Sofía la influencia del poeta francés en nombres decisivos para la vanguardia artística de la posguerra

Antonin Artaud, fotografiado por Man Ray en 1926.
A veces dos pequeños fracasos producen un éxito grande. En 1946 Antonin Artaud volvió a París después de nueve años de internamiento psiquiátrico en los que un mismo médico usó como terapia con él el dibujo y el electroshock. Su cerebro era el de un genio y, a la vez, kilo y medio de terminaciones nerviosas. Poeta, dramaturgo, actor y dibujante, el autor de Van Gogh el suicidado por la sociedad tenía 50 años y los bolsillos vacíos. Para sacarlo de la indigencia, se fundó una Societé des Amis d’Antonin Artaud que organizó dos desastrosos actos que hoy forman parte de la historia de la cultura del siglo XX.
El primero, celebrado en un teatro en 1947, fue la puesta en escena a cargo del propio Artaud de tres horas de poesía fonética, tartamudeos, aullidos y “atletismo afectivo”. Pese a haber preparado la función al detalle, los papeles se le cayeron del atril y sus nervios terminaron por estallar. El segundo fracaso histórico fue en el fondo un acto de censura, el que sufrió la emisión radiofónica de Para terminar con el juicio de Dios, una obra para tres actores —María Casares entre ellos— que su creador consideraba “un modelo a escala” del teatro de la crueldad. Tenía que emitirse el 2 de febrero de 1948. Artaud murió de cáncer el 4 de marzo.
Aquella pieza de 45 minutos puede escucharse —desde hoy y hasta el 17 de diciembre— en una de las salas del Museo Reina Sofía dentro de Espectros de Artaud. Lenguaje y arte en los años 50, una exposición que reúne 300 obras destinadas no a elevar al escritor francés a los altares de la literatura —lleva allí décadas— sino a rastrear su influencia en tres escenarios fundamentales para el arte del último medio siglo: Francia, Estados Unidos y Brasil.
“No se trata de postular una inexistente escuela de Artaud sino de proponer una genealogía alternativa a la hora de contar la historia del arte contemporáneo”, afirma Kaira M. Cabañas, profesora en la Universidad de Columbia y comisaria de la muestra junto al compositor francés Fréderic Acquaviva. Si Derrida invocó el espectro de Marx para analizar su vigencia en medio del nuevo orden mundial, Cabañas invoca el fantasma del autor de El pesa-nervios para poner énfasis en un camino distinto del, Picasso aparte, tradicionalmente hegemónico, el abierto por Marcel Duchamp: “Frente a una línea que, a partir del ready-made, pone el énfasis en el objeto, se trata de reivindicar el lenguaje y el cuerpo, la tensión entre palabra e imagen, texto y habla”.
'Les nombres XI' (Los números XI), obra de 1952 del artista francés Isidore Isou.
Entre los artistas que conocieron la influencia viva de Artaud destacan los franceses Isidore Isou y Gabriel Pomerand, que en 1946, dos años antes de la muerte del poeta, fundaron el letrismo. La guerra mundial había vuelto inservibles las palabras y los letristas tradujeron esa crisis en novelas dibujadas, cuadros en los que la letra es icono, sinfonías con la voz como instrumento solo y películas en las que la única imagen es una luz blanca proyectada sobre un enorme globo de helio.
Más allá de que Isou terminará siendo tratado por el psiquiatra de Artaud, en su obra y en la de sus compañeros está la huella —o el espectro— de las teorías de su compatriota: defensa de la expresividad formal del lenguaje frente a sus aspectos semántico y gramatical; creación de un cine en el que imagen y sonido no sean gregarios; defensa de un teatro ajeno a los códigos de la literatura...
Al otro lado del Atlántico, 1952 fue una fecha clave para el arte contemporáneo. Ese año tuvo lugar en el Black Mountain College de Carolina del Norte el que pasa por ser el primer happening de la posguerra: Theater Piece 1, una obra creada por John Cage a partir de su lectura de El teatro y su doble, la obra cumbre de Artaud. Para evaluar su trascendencia basta pensar que en la performance participaron Robert Rauschenberg, Franz Kline, Merce Cunningham, Charles Olson, David Tudor o M. C. Richard, es decir, media enciclopedia de la pintura, la danza, la poesía y la música de vanguardia.
El mismo año que Cage ponía en escena su pieza en Asheville, Décio Pignatari y los hermanos Augusto y Haroldo de Campos fundaban en São Paulo el grupo Noigrandes. Aglutinante de la poesía concreta, el colectivo jugó con el carácter espacial y sonoro de las palabras —cocacola/cloaca— y tuvo su propia disidencia en Rio de Janeiro de la mano de Ferreira Gullar, firmante del Manifiesto neoconcreto junto a artistas que, como Lygia Clark y Lygia Pape, explotaron tanto la expresividad de la geometría como el carácter informe del cuerpo y la fragilidad de la mente humana. Que Espectros de Artaud se cierre con un epílogo dedicado a experiencias pioneras de la anti-psiquiatría brasileña como el Museo de Imágenes del Inconsciente recuerda lo inestable de la frontera, también artística, entre crítica y clínica.

martes, 11 de septiembre de 2012

Pasión por Picasso

Pasión por Picasso en Olavarría

Más de 160 piezas de una colección privada nunca exhibida en el país reúne la muestra itinerante “El lenguaje gráfico de Picasso”, que acaba de inaugurar su primera escala.

POR Marina Oybin

"Yo hago lo imposible porque lo posible lo hace cualquiera”. El hombre que desató la gran acción de ruptura en la historia del arte moderno estaba convencido.
Con más de 160 deslumbrantes litografías y linografías, El lenguaje gráfico de Picasso ocupa cinco grandes salas y el auditorio del Centro Cultural Municipal Hogar San José, en Olavarría. Inaugurado en 2010, el centro cultural es una bella construcción de 1913 donde funcionó un hogar para niñas huérfanas, y conserva la capilla de época, impecable y los bancos de piedra hechos a pico y pala por los penados en Sierra Chica. Las amplias salas, que para la exhibición se pintaron de distintos colores y están ambientadas con música inspirada en Picasso, dan a un increíble parque. Allí, entre el perfume de pinos y la embriagadora música flamenca, la noche de la inauguración fue pura alegría. No faltó nadie en Olavarría.
Con curaduría de Mariela Alonso, la muestra, que luego se verá en distintas ciudades de la Argentina y de América Latina, reúne un conjunto de obras que se exhiben por primera vez; todas pertenecen al grupo de coleccionistas argentinos Ví + Arte. Son grabados que integran una colección mayor y que en esta ocasión fueron bellamente enmarcados.
Pintor, escultor, ceramista, Picasso se metió también con el grabado: desde los inicios de su carrera hasta la última etapa, llegó a hacer dos mil estampas. Si bien muchas veces su obra gráfica se complementa con la pintura y la escultura, en general es bien particular: esta técnica le permitió celeridad, experimentación, una expresión inmediata.
La muestra, que integra obras de los años 40 hasta sus últimos grabados eróticos, y que incluye “Muchacha según Cranach”, su increíble debut en linografía, es un recorrido gráfico por la vida de Picasso, que compartió con devoción sus pasiones en el lienzo y en el papel: nunca dejó de ser autobiográfico. Sus obras son un singular diario íntimo.
Con linografías y litografías realizadas desde 1960, en una sala pintada a puro carmín y en la que suena el lamento inconfundible de El Cigala, avanza la tradición taurina que marcó vida y obra de Picasso. En esa arena manchada, donde conviven espectáculo, alegría y sufrimiento, sus toros y toreros condensan violencia y crueldad en la lucha por la supervivencia. Están los picadores que hieren y zahieren al toro hasta debilitarlo. Eso sí, jamás darán la estocada final: ese gesto de poder del hombre sobre la naturaleza queda en manos del matador. Entran también en el gran espectáculo popular las ecuyeres, amazonas avezadas, y los manolos y manolas. Se sienten las palpitaciones del gran artista malagueño. Estremece el lamento de El Cigala. En ese mundo de arena carmín, Picasso tuvo grandes amigos toreros, como Luis Miguel Dominguín, a quien le dedicó uno de los grabados que está en sala. “Los toreros nos permiten hablar de la primera etapa de la vida de Picasso: su primer óleo, a los 8 años de edad, y su primer grabado, a los 15, son picadores. Para él, el torero es la metáfora de la vida: representa la persona que se enfrenta a la tragedia de la vida. El toro es esa fuerza incontenible que tenemos que enfrentar en la vida cotidiana”, dice la curadora.
Irrumpe el minotauro que escapó del mito para meterse con fuerza en sus obras entre 1933 y 1937 (gran parte de las series impresas en este período integran la Suite Vollard). Extraño Asterión que recorre caminos sinuosos, ambiguos, que lo guían por los laberintos picassianos: el minotauro es desde personaje macabro, al punto de convertirse en algunas obras en violador, hasta criatura híper frágil que agoniza en el ruedo o, como en la peor pesadilla de un artista, se vuelve ciego.

Están los grabados que hizo Picasso en homenaje a sus talleres, casas, sitios que amó, y a algunos amigos como Paul Eluard, el gran artista de la resistencia francesa (Picasso ilustró muchos libros de poemas suyos). Se expone la bellísima litografía “Desnudo acostado y gato. Homenaje a Georges Braque” (1964), que hizo cuando su amigo, su gran compañero de aventuras en el cubismo, cumplió 80 años. Con él llegó a firmar obras a dúo. La fragmentación de los objetos, para ellos nunca fue un alejamiento de la realidad sino todo lo contrario: la forma en que el ojo captaba todo lo que veía. Fueron aliados en un momento en que ni las vanguardias comprendían el cambio radical que empujaba Picasso.
Con figuras atormentadas que recuerdan a las del “Guernica”, símbolo de resistencia contra el fascismo, la impresionante litografía “La guerra” (1954), evidencia su visión antibélica. En contraposición, “La paz”, con iconografía de esta temática, es etérea: madres con bebés, chicos jugando y caballos alados parecen flotar. Están también esas palomas picassianas, símbolo de la paz y la libertad, temas centrales en su obra.
En enero de 1937, antes de empezar a trabajar en el Guernica, Picasso arrancó con “Sueño y mentira de Franco”, que incluyó un texto escrito por él. El producto de la venta de los grabados se destinó a un fondo para ayudar a los republicanos en España. Son dos fabulosos aguafuertes, con nueve escenas cada uno, en las que ridiculiza al general Franco. En la primera, creó una tira cómica, bien ácida, que narra las aventuras de un Franco representado como pervertido caballero cristiano, en parodia a los héroes legendarios españoles. Picasso se ríe de su supuesta virilidad y pone blanco sobre negro la violencia y la destrucción de la cultura y el arte en manos del general. En la segunda lámina, que es trágica, ya aparecen imágenes que retomará en el “Guernica” como una mujer llorando, desgarrada, con su hijo muerto, y el caballo agonizante –el propio Picasso, esquivo en general a hacer interpretaciones de sus obras, dijo que en el “Guernica” representa al pueblo.

Esperanzadora, alegre, con colores luminosos, como su recordado óleo “La alegría de vivir”. Así es la serie que pintó a partir de 1946, cuando se fue a vivir a la Costa Azul: su lugar en el mundo. Si bien viajó algunas veces a España para ver a sus amigos y familiares y para disfrutar de las corridas de toros, Picasso prometió no volver definitivamente hasta que terminara el franquismo, pero murió antes. En la serie de grabados realizados tras la Segunda Guerra Mundial, vuelve sobre algunos tópicos del período rosa. Están sus deslumbrantes “Bacanal con pareja de amantes” y “Bacanal con cabra”, con personajes que se retuercen de placer entre el azul cerúleo más bello que usted jamás se haya podido imaginar. “La temática del 20, del 30, e incluso de los inicios del 40, es muy dramática. Cuando termina la guerra el estilo sigue siendo picassiano, pero los temas se transforman completamente: recupera personajes como los pierrots, saltimbanquis y los acróbatas de la época circense de la etapa rosa y, al tiempo, se reencuentra con la mitología mediterránea”, dice Alonso.
El circo se transforma en comedia humana y sus personajes son representados por Picasso: se vuelve simio, deforme, enano, infeliz clown, gnomo. Como un Pigmalión redimido, Picasso pone el foco sobre su propia figura envejecida, en contraposición a bellas modelos, amazonas, y bailarinas. Además, recupera los temas mitológicos, que ya había abordado, por ejemplo, en las ilustraciones de la metamorfosis de Ovidio, pero ahora lo hace con sello báquico. Y hay fiesta dionisíaca con mujeres desnudas en medio de bucólico campo. En un clima idílico, avanza un desfile inagotable de faunos que llevan mujeres, amazonas, pierrots, enanos panzones, cabras y, desde luego, toros. Porque el toro, a veces, también es el propio artista. En escenas amorosas simboliza la figura masculina: es energía reproductiva, fuerza irrefrenable, pasión.
“El arte no es nunca la aplicación de un canon de belleza, sino lo que el instinto y el cerebro pueden concebir independientemente de ese canon. Cuando se ama a una mujer, no se toman instrumentos para medir sus formas, se la ama por el deseo que nos provoca y, sin embargo, se ha hecho todo lo posible para introducir el canon incluso en el amor”, sostuvo Picasso en 1936. Sus grandes amores fueron también sus modelos. En sala, una serie de retratos nos acerca a Jacqueline Roque, su última mujer: musa inspiradora a la que siempre pintó bella, angelical. Pero no todas tuvieron la misma suerte. Françoise Gilot, su pareja durante diez años, fue inmortalizada por Picasso como “La Femme-Fleur” pero después llegó a representarla como un frío caballero medieval con armadura, una mujer a la defensiva, que uno descubre en uno de los grabados en sala. Para Gilot, todas las pinturas de Picasso son un diario de su vida: “Aunque Picasso estaba pintando el retrato de una mujer, siempre se trataba de su propio autorretrato”, sostuvo Gilot, a sus 90 años, en una entrevista con el diario australiano The Sydney Morning Herald, en 2011. “Les mentía a todas para mantenerlas a su alrededor”, dijo. “La forma que tenía Picasso de eliminar una mujer tras otra era retratarlas. Cuando perdía el interés por una mujer, pintaba retratos despiadados: por ejemplo, Olga con dientes de navaja, vagina con filo de sierra, cuerpo retorcido”, señaló la otrora Femme-Fleur, quien lo describe como “un poderoso minotauro capaz de fulminar a sus mujeres, un gran río que arrastraba en su corriente restos y esqueletos y que necesitaba mucho sexo”.

Sus relaciones amorosas y familiares son un capítulo trágico. Fernande Olivier, Eva Gouel, la bailarina Olga Khokhlova, Marie-Thérèse, Dora Maar (fotógrafa vinculada al movimiento surrealista), Françoise Gilot y Jacqueline Roque fueron sus amores. Cuando en 1964, Gilot publicó La vida de Picasso, que ponía el foco en sus relaciones y amantes, Picasso, como represalia, cortó el vínculo con Claude y Paloma, los hijos que había tenido con ella. Nunca más volvió a verlos ni a responder llamados y cartas, y avanzó en un juicio por el libro, pero lo perdió. Gilot inició otro juicio para convertir a Paloma, Claude y Maya (la hija de Marie-Thérèse) en herederos legales de Picasso. “A Picasso lo enfureció –dijo Gilot– pero había dado su palabra de que amaría y protegería a sus hijos, y no cumplió su promesa”.
La relación de Jacqueline con los hijos de Picasso fue tensa, cuando murió no dejó que Claude, Paloma, Paulo Picasso (hijo de Olga, la única mujer con la que se casó) y Pablito (hijo de Paulo) se despidieran de Picasso. Pablito volvió a su casa y se tomó una botella de lavandina; Paulo murió alcohólico a los 54 años. Sus mujeres tuvieron un destino trágico. Dora Maar (que fotografió el proceso de creación del “Guernica”) terminó en un manicomio después de que él la abandonara. Tras la muerte de Picasso, Marie Thérèse se ahorcó y Jacqueline se pegó un tiro.
Una sala reúne fotos de Picasso más íntimo tomadas por David Douglas Duncan. A Picasso le fascinaban las fotos y Duncan le tomó más de 25.000. “Era un hombre bajito, pero su mirada lo hacía enorme. No estoy seguro de haber podido capturar todo el significado de esa mirada. No era algo intimidatorio. Era algo misterioso e indescriptible”, dijo el fotógrafo. En sala, hay una serie de fotos del libro Goodby Picasso. Ahí está, en slip, bata en mano, Picasso junto a su perro Kabul. En otra imagen, mira con ternura a Sylvette, la modelo de cabello recogido que pintó con fruición. Más allá Picasso hace pasos de danza, divertido, junto a Jacqueline. La cámara lo sigue y pone el foco en papá Picasso jugando a la cuerda con Claude y Paloma, en el Castillo de Vauvenargues, donde vivió. Hay una imagen extraña: se lo ve con una especie de gran plumero junto al “Guernica”. Hay también una hermosísima producción de fotografías estroboscópicas de la revista Life: Picasso dibujando con la luz de una linterna vuelve la escena fantástica. A unos pasos, de espaldas al mar, el artista deviene minotauro: lleva una cabeza de toro sobre la suya que oculta el misterio de su mirada.
Picasso consideraba que “el arte que era casto no era arte”. El principal enemigo de la creatividad, decía, era ese denominado buen gusto. Si bien es un tema constante en su obra, los grabados de su última época ponen el foco con mayor intensidad en el erotismo. Se exhibe una selección de los 20 grabados eróticos (de la Suite de 347) que fueron editados en 1970 con seis obras de John Lennon, en un libro que buscó iniciar una serie de publicaciones sobre las relaciones entre erotismo, belleza y arte. “Integrar las imágenes de Lennon a las de Picasso fue una manera de rendir homenaje al arte como espacio de libertad”, explica la curadora.
Son grabados amorosamente eróticos que dialogan con las seis litografías originales que hizo Lennon con Yoko Ono como modelo, que fueron confiscadas por Scotland Yard, y luego recuperadas (editadas por el Fondo Editorial Buenos Aires en 1970). Esa serie de obras integran el proceso creativo que el músico desató con su famosa performance “Bed in for peace”, como un grito de libertad contra la guerra de Vietnam.
Entrañable minotauro. Para Picasso, la vida fue una corrida, una sangrienta lucha contra la muerte. Prolífico, hipnótico, revolucionario, único, siguió trabajando hasta sus últimos días. Nunca dejó de experimentar, desde que, apenas a los 15 años, su pintura “La Primera Comunión”, que cumplía con todos los requisitos de la exigente academia, fue seleccionada para la Tercera Exposición de Bellas Artes, en Barcelona. “Pintar como los pintores del Renacimiento me llevó años, pintar como un niño me llevó toda la vida”, afirmó. Y no paró. Cuando la muerte le pisaba los talones, como una conjura imposible, se apuró a crear cada vez más.

FICHA
El lenguaje gráfico de Picasso

Lugar: Centro Cultural Municipal Hogar San José, Olavarría.
Fecha:  hasta 23 de septiembre.
Horario: lun a vier, 9 a 20; sáb, dom y feriados, 15 a 21.
Entrada: $10; estudiantes y jubilados, $5; miércoles, gratis.

viernes, 31 de agosto de 2012

¿QUÉ ES LA CREACIÓN ARTÍSITICA? 1

¿QUÉ ES LA CREACIÓN ARTÍSTICA? 1

En 'LA CABEZA DE OBSIDIANA' André Malraux, simplemente relata de como es llamado por la viuda de Picasso, para donar la colección privada de los cuadros del gran pintor. Lo único que solicitaba es que todos esos cuadros de Matisse, Braque, Cubert,  no fueran separados. Que cada colección de pinturas, esculturas, cerámicas de Pablo Picasso fuera en un todo conjunto, porque así tenía su sentido. Esos son los misterios del arte.

Hoy gracias a poder ubicar determinadas pinturas (en internet), cuadros de época, esculturas, museos, podemos recrear ESA HISTORIA DEL ARTE, para que pueda ser disfrutado no por unos pocos.
Con la edición de las imágenes en libro también se han facilitado.

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La historia de las publicaciones a través de la humandidad tuvo con la imprenta de Gutemberg como hoy con Google, una revolución. Fue la posibilidad de acceder masivamente a la formación y la información.
La idea de poder publicar materiales que tiene que ver con distintos campos parte siempre de necesidades: de comunicar, de mostrar, de contarle a otros, lo que es el arte, la ciencia, la investigación. Hoy la tecnología en este universo de formas, está permitiendo llegar a mucha más gente.